«Hay sin duda otras muchas vistas hermosas en el mundo, pero renunciaría a todas ellas por ver otra vez aquellas riberas llanas y enfangadas, con los remates de pequeñas pagodas blancas asomando entre la niebla, y, mientras nos aproximamos a Rangún, la gloria de los rayos del sol naciente incidiendo sobre el hti dorado de la gran pagoda de Shwedagon. Así llegué, por fin, a Birmania… y a mi destino«. No existen mejores palabras que estas del capitán H.R. Robinson para describir la entrada a Yangón, el destino ineludible de todo viaje a Myanmar.
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Todo comenzó hace más de 2000 años, cuando una pequeña aldea de pescadores de la etnia mon se convirtió en capital del reino de Okkalapa. Fue fortificada por primera vez por el rey Alaungpaya, que cambió el nombre de Dagón a Yangón, (que significa «Fin de las disputas») para enfatizar su victoria en el bajo Myanmar.
Tras la Segunda Guerra Anglobirmana, en 1852, los británicos establecieron aquí su capital tras controlar el bajo Myanmar y cambiaron su nombre a Rangoon (Rangún). La ciudad había quedado totalmente destruida durante la guerra y los ingleses tuvieron que reconstruirla, por eso el centro de Yangón -trazado utilizando la cuadrícula victoriana-, es una joya sin igual de la arquitectura colonial. Los edificios estatales de estilo británico neoclásico son particularmente atractivos a pesar del serio deterioro de la mayoría, como el bonito edificio de ladrillo rojo del Tribunal Supremo de Justicia, muchas oficinas del gobierno, el Ayuntamiento, Correos o el Hospital General; todos ellos restaurados o en lento proceso de restauración.
También se pueden encontrar buenos ejemplos de arquitectura colonial en Pansodan Street y Strand Road. Otros edificios en peor estado muestran fachadas descascarilladas que ocultan sus cuidados elementos decorativos tras una capa negra de mugre, pero que le dan al centro de la ciudad un seductor aire a Habana vieja del sudeste asiático.
A principios de 1900 la ciudad ya poseía servicios públicos e infraestructuras muy similares a los de Londres, pero en la actualidad dista mucho esto de aquel esplendor. En 1989 se adoptó oficialmente la forma local Yangón del topónimo y el 6 de noviembre de 2005 la Junta Militar trasladó la capital a Nay Pyi Taw, pero Yangón sigue siendo, a todos los efectos, el corazón y el motor del país. Una ciudad que fue en su día, seguro, una de las más bonitas de Asia y que todavía lo es, a su encantadora y decadente manera.
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